La navidad y el divorcio

«18 Este es el relato de cómo nació Jesús el Mesías. Su madre, María, estaba comprometida para casarse con José, pero antes de que la boda se realizara, mientras todavía era virgen, quedó embarazada mediante el poder del Espíritu Santo. 19 José, su prometido, era un hombre bueno y no quiso avergonzarla en público; por lo tanto, decidió romper el compromiso en privado.» (Matteo 1:18-19 NTV)

IMG_9714Para mucho de nosotros esas palabras no son nuevas. Como yo, las han oído y leído por toda la vida en cada servicio de noche buena. Pero, yo no había pensado en lo que dicen sobre el divorcio hasta que sobreviví un divorcio. Lo que descubrí es contradictorio a lo que creía según los mensajes de la iglesia.

Antes de seguir, quiero clarificar algo. Estoy vinculando éste verso con divorcio porque la palabra en verso 19 para divorcio es igual a la palabra usado en Matteo 19, cuando Jesus se habla del divorcio. Yo puedo vincular el verso arriba con divorcio porque la palabra griega usado para «divorcio» en las dos partes es igual. El compromiso entre José y Maria fue bastante más sagrado en su cultura que en la de nosotros. Hoy en día no usamos palabras  como «divorcio» o «esposo» hasta que ya haya ocurrido el matrimonio.

Revisamos el cuento:

Maria está embarazada. Así se empieza la escena. Y el bebé no es de José.  José entiende cómo es que las mujeres se embarazan pues es completamente lógico suponer que Maria fue infiel. Saca una intervención supernatural para convencer a José que a su prometida María no fue infiel, ella es inocente.

De allí, yo creo que podemos concluir la vista que el Dios tiene hacia el esposo fiel en situaciones con la infidelidad. Y es verdad aunque Maria en este caso fue inocente. Todavía hay un ejemplo en cómo ver el esposo fiel cuando el tiene la evidencia natural para sospechar que su esposa fue infiel.

Aquí son las lecciones que yo tomo por el texto:

1). José es un hombre «bueno.»

Así se llama un hombre que quiere divorciar su esposo por su infidelidad. Fíjase que hay ciertos adjetivos que se faltan en la descripción. A José, no se llama:

  • de corazón duro
  • enojado
  • cruel
  • implacable
  • confundido
  • resentido

¡A él se llama «bueno!»

2) Divorciarse después de infidelidad es la decision honorable de un hombre «bueno.» No la reconciliación.

Fíjase que el libro de Oseas ya tenía cientos de años cuando el libro de Matteo fue escrito. Si la regla fue reconciliarse después de la infidelidad, supongo que la descripción de José sería diferente. En lugar de condenarle para divorciarle a Maria, ¡se proporcionó su carácter por querer hacerlo! Las accion de Oseas en casarse con Gomer fue la excepción, no la regla. Se supone que la regla de infidelidad  para un hombre que se honra a Dios en ese tiempo es el divorcio (sin mucha atención), no la reconciliación. Debe hacernos pausar antes de insistir que el cuento de Oseas es el ejemplo seguir.

3). La virtud es más importante que mantener el matrimonio intacto.

La unica razón que José se queda con Maria es que él se cree en lo que le dijo el ángel (Mt:1:20). El se cree que Maria es inocente y no ha fallado en su carácter. Su matrimonio se sobrevivió sólo por la seguridad que Maria está embarazada con el hijo de Dios. Sin duda Maria es una mujer buena.

Por el texto leyo las prioridades: primero la virtud. Segundo es mantener el matrimonio intacto.

Por mi propia experiencia (y por las de otros que han sobrevivido la infidelidad), esa orden no es lo sigue hoy en día por los pastores y consejeros. La virtud (ej: arrepentimiento del adulterio) se toma lugar después de evitar el divorcio, no primero. ¡Un cambio grande ha pasado desde el tiempo de José y Maria!

Este Navidad pensamos en este mensaje escondido del texto. Que nos de pausa antes de condenar la «pobre gente divorciada» en nuestros iglesias. Su divorcio se puede ser una marca de su carácter bueno y no un pecado.

 

Un comentario en “La navidad y el divorcio”

  1. Mateo 1,18-24 Biblia de Jerusalén:

    18. La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, ANTES DE EMPEZAR A ESTAR JUNTOS ELLOS, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo.
    19. Su marido José, como era JUSTO y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto.
    20. Así lo tenía planeado, cuando el Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo.
    21. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.»
    22. Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta:
    23. Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: «Dios con nosotros.»
    24. Despertado José del sueño, hizo como el Angel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer.

    Ciertamente, María era la virgen escogida para la Encarnación del Hijo de Dios, por designio del propio Dios, quien lo anunció ya en el Génesis, y luego por medio de Isaías. Y ciertamente, José es un hombre bueno, muy bueno, que sabía discernir entre la verdad y la emoción ante situaciones difíciles de explicar.

    En cuanto al hombre justo, es aquél que obra en base a verdad. Por lo tanto, en la Biblia se refiere a José como JUSTO, y por justicia, no podía obrar en base a una ley que condena a quien hace el mal, porque María no había hecho nada malo. Simplemente, José creyó en la verdad revelada ante sus ojos, aunque aún no le fuera revelada en definitiva, como sucediera luego en su sueño.

    José conocía muy bien a María, y sabía que ella sería incapaz de cometer un pecado tan bajo como el adulterio. (Si cometió algún otro pecado o no, es cuestión de fe. Por mi parte, me inclino a creer que nunca pecó, pues el ángel del Señor la llamó LLENA DE GRACIA, y porque de haber pecado, llevaría una mancha en su alma, y nada manchado puede tocar a Dios, pero esto es otro tema).

    Para José, denunciar a María sería exponerla al descrédito ante toda la comunidad, y terminaría lapidada, como ordenaba la ley. Tenía que haber alguna forma de evitar eso, sin que él tuviera ya parte con su prometida, a quien todavía no llevaba a su casa, pues de todas formas, el Hijo que María esperaba no era suyo. Es posible que José sintiera que no era digno estar en medio de esa historia que conocía bien, por las lecturas proféticas en el templo, y que comenzaba a tomar forma.

    Repudiar a María en secreto era una solución posible, salvaría a su mujer de una inmerecida lapidación. Sólo que había un pequeño detalle: ser él el desacreditado. Abandonar a una esposa encinta, dejaba muy mal plantado al hombre de esa época: la mujer era vista como una en desgracia, y no era lapidada, aunque quedaba desprotegida socialmente; pero él quedaba como un hombre ruin y malvado, despreciable entre su pueblo. Abandonar a una mujer encinta era de las peores cosas que un hombre que se preciara de serlo podía hacer y muy mal visto en la sociedad. Seguramente, el justo José preferia pasar por esto, antes que dañar a su prometida, y para que la justicia dejara vivir a María y pudiera tener a su Hijo.

    Dios mira los corazones nobles, y el de José se pasaba de la raya. Tenía que tener mucho amor a Dios y a María para meditar y tomar una decisión como la que había resuelto. Por ello Dios lo premia dándole parte en la profecía: Le daba y certificaba a María por esposa: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María TU MUJER»… Y le dio autoridad sobre el niño engendrado por Dios: «…porque lo engendrado en ella es del ESPÍRITU SANTO. Dará a luz un hijo, y TÚ LE PONDRÁS POR NOMBRE JESÚS, porque él salvará a su pueblo de los pecados.» Los padres eran los que daban nombre al hijo que sería inscrito; así que José se convirtió en padre del Salvador, conformando así, Jesús, María y José a la Sagrada Familia.

    En cuanTo al divorcio, Jesús lo dejó expresado muy claro en Mateo 19, 9: «Ahora bien, os digo que quien repudie a su mujer – no por fornicación – y se case con otra, COMETE ADULTERIO». Más claro no se puede explicar, pues esto no es una parábola, no es una explicación a algo que se entendió de tal o cual manera. Son palabras explícitas, precisas, llenas de autoridad, de quien tiene el poder de Dios.

    Ser divorciado puede ser algo muy triste en la vida de cualquiera con sus convicciones bien cimentadas, pues deja huellas emocionales muy difíciles de borrar. Pero no es un pecado en sí, sino lo que pueda ocurrir después del divorcio. Estar atado a una persona con la que no se es feliz debe ser infernal, pero nadie escoge a su compañera o compañero de vida más que la persona misma. Demostrar que una persona fue llevada al matrimonio por engaño, coacción, amenazas, y otras mañas hace nulo al matrimonio, permitiendo que se puedan contraer nuevas nupcias.

    Sin embargo, cuando ambos fueron al matrimonio concientes de que era lo que deseaban, y luego las cosas no salieron como esperaban, debe ser tortuoso. La convivencia ya no es posible, y la ruptura se hace inminente. Intentar salvar la relación mediante terapias profesionales es un camino con posibilidades. Pero cuando ni esto resulta, el divorcio es la única solución. Esto conlleva unas responsabilidades justas para con los hijos que pudieran resultar de la relación.

    Ahora bien, en cuanto a la persona misma, la responsabilidad luego del divorcio también es muy grande, porque ahora tendrá que lidiar con una invitada no muy grata: la soledad, mala consejera por cierto, y responsable muchas veces de muy malas decisiones. Pero también la soledad podría traer nuevas y excelentes oportunidades como volver a estudiar una nueva carrera, compartir con amistades que antes no veía, con familiares, etcétera. Todo está en como se aprenda a aprovecharla.

    Debe ser una etapa difícil pero hay que aprender a canalizar todas las emociones post-divorcio por medio de actitudes. Es aquí que la persona tiene el poder de decidir qué hará con su vida de ahora en adelante, y pondrá en balanza sus convicciones. Podrá elegir el rehacer su vida al lado de una nueva pareja con las consecuencias emocionales y espirituales que pueda conllevar, o aprovechar su nuevo estado en beneficio de otros: Por ejemplo, participar de entidades caritativas, en la propia iglesia en que vive la fe, y en un sin fin de obras positivas, que no solamente beneficiará a otros, sino que nutrirá el alma propia y le dará nuevas fuerzas para continuar en esta dinámica de ayudar a otros y a sí mismo.

    Por último, la iglesia ofrece participación a todas las personas, incluyendo a los divorciados y vueltos a casar. Nadie los separa, porque nadie tiene el poder de juzgar al respecto, sino Dios. Sólo él conoce lo que hay en cada corazón, y nosotros estamos llamados a ejercer la recta conciencia y caridad empezando por nosotros mismos. No somos nadie para señalar y condenar a otros, porque el mismo Jesús dijo a la mujer sorprendida en adulterio: «Nadie te condena… Yo tampoco te condeno».

    Soy católica, nunca casada, por lo tanto no divorciada, pero conozco el desasosiego que trae un divorcio a la familia. Lo escrito anteriormente es por convicción propia, no porque otro me lo haya inculcado. Oro para que el Espíritu de entendimiento me ilumine al leer la biblia, porque leo la biblia, y discierno, y lo que no entiendo, busco ayuda, porque quiero conocer lo que el Señor quiere de mí, y me gustaría también corresponderle con un «Sí» confiado como lo hizo María, y como lo hizo José.

    El Señor le conceda su Paz.

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